miércoles, 9 de enero de 2008

Etica y Educacion

¿Qué es la ética y cómo se relaciona con la labor educativa?

La definición etimológica de ética(del griego ethica) nos indica la relación de los principios o pautas que rigen las conductas humanas, sean ellos producto de la reflexión individual o desarrollados por la sociedad en que se inserta. Del mismo modo estos principios podríamos categorizarlos en aquellos buenos en si mismos como el amor hacia los hijos y aquellos basados en un modelo moral concreto generalmente fundados en creencias religiosas, en la tradición popular o en posturas políticas.

Dentro de lo que es “ético” encontramos distintas posturas desde la que se origina por la simple aceptación de las normas hasta aquella desarrollada y producto del razonamiento.

A mayor claridad presento alguna de estas posturas respecto a la moralidad de los actos

Para Weber, existe una suerte de ética del que ostenta el poder, muy bien ejemplificada por el caudillo político, que establece nuevos principios éticos de acuerdo al momento en que se desarrolla determinada acción, por lo tanto la visión de lo bueno y lo malo está mediatizada por las circunstancias en que ocurre.

A decir del filósofo holandés, Baruch Spinoza, en su libro “Ethica ordine geométrico” señala que “todas las cosas son neutras en el orden moral desde el punto de vista de la eternidad, sólo las necesidades e intereses humanos determinan lo que se considera bueno o malo, el bien y el mal”.


Para Kant, la moralidad de un acto no tiene que ser juzgado por sus consecuencias sino por sus motivaciones. Herbert Spencer la moral es sólo el resultado de algunos hábitos adquiridos por la humanidad a lo largo de la evolución. Para Nietszche finalmente, la conducta moral sólo sería necesaria para los débiles ya que para el fuerte podría actuar como un freno en su camino hacia el Superhombre.

Visto así, concluiremos que no existe una moral única ni una definición ética que nos convoque a todos.Es pertinente, entonces, establecer que lo ético dependerá de los valores individuales sobre los cuales se establece el accionar y las relaciones sociales y que atendido esto, pueden convivir distintas posturas dentro de un mismo medio físico – humano.

La función entonces del educador está en el adherir a ciertas posturas éticas o bien en el asumir la moralidad propia respecto de los temas que están en el terreno de lo socialmente desarrollado.

Consecuentemente con esto, el educador necesita de una “ética” sobre la cual construir su modelo de enseñanza. A decir de Paulo Freire “No es posible pensar a un ser humano lejos siquiera de la ética, mucho menos, fuera de ella .La práctica educativa tiene que ser en sí, testimonio riguroso de decencia y pureza”

Todo lo anterior me invita a plantear la idea de que el hombre y por ende el educador, convive entre dos “éticas”. Por un lado, la “ética social” aquella emanada del tipo de sociedad o grupo en que realiza su diario actuar, generada por los centros de poder, políticos religiosos, etc., a la que por distintas circunstancias se ve obligado a adherir para ser aceptado y de alguna forma gozar de los privilegios y/o promesas que este actuar dará como recompensa (recordemos las tablas de Moisés y como ellas rigieron y rigen a todo el pueblo judeo-cristiano) y por el otro la “Ética del dolor”, aquella que interpela cada uno de nuestros actos, y que se origina a partir del convencimiento intimo, generada a partir de las múltiples experiencias acumuladas, que tiene mayor contacto con lo utópico que con lo real, que en general son fruto del rebelarse, de entender lo inentendible del actuar de los que ostentan el poder, de las inconsecuencias o consecuencias de nuestros líderes y en especial de aquello que nos hace únicos que no es otra cosa que la posibilidad del encuentro con uno mismo.

Es dable, entonces, pensar que todo educador diariamente transita entre estos dos mundos: lo impuesto y lo auto- creado, lo que necesita respetar y lo que respeta por principio. En este ejercicio inevitablemente estará continuamente siendo interpelado, obligado a decidir, viviendo la angustia eterna de los sin poder, de aquellos que sólo son dueños de sus sueños, pero donde sin duda, así confío, ha de primar siempre la vocación y la esperanza de que nuestros alumnos serán capaces de crear un mundo más vivible regido por una ética que se imponga por si misma y que interprete a todos.

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