miércoles, 9 de enero de 2008

Representaciones sociales de los alumnos con relación a las prácticas docentes


Los distintos artículos, estudios e investigaciones, acerca de “la empatía”, de “la inteligencia emocional” del “curriculum oculto”, y las diferentes interpretaciones desde el punto de vista sociológico y psicológico, por mencionar algunos, nos hacen darnos cuenta de la multiplicidad de fenómenos que están presentes en el área de las relaciones humanas y de su importancia en el ámbito pedagógico.

Aquí, se dan cita una serie de factores que repercuten en las conductas sociales, donde la opinión generada respecto del otro, actúa como facilitador o inhibidor de la comunicación y de los procesos de enseñanza aprendizaje.


Las prácticas docentes, como parte de este medio, no están ajenas a esta realidad. En tanto conducta humana, las hace merecedoras de juicios de valor en correspondencia con las diversidad de interpretaciones que cada individuo o grupo social genera a partir de la práctica observada y las propias convicciones respecto del deber ser. Por lo tanto, son estas mismas particularidades las que ocasionan la posibilidad de establecer distintos juicios de valor a un mismo elemento, en correspondencia con quien las realice y quien las interprete.

En este sentido, es preciso asumir, que cada núcleo social producto de las interacciones que desarrollan sus miembros, establece acuerdos tácitos respecto del “deber ser”, los que ocasionan similitud respecto de las significancias y significados sobre los cuales construyen ciertas verdades, las que no necesariamente, han de ser coincidentes con otros núcleos.

Desde esta postura se puede señalar que las personas, como sujetos sociales, aprehenden los acontecimientos de la vida diaria, las características del ambiente, las informaciones que circulan y las personas que lo habitan. Por lo tanto, es el conocimiento cotidiano, el sentido común o natural adquirido a través de la experiencia de informaciones, conocimientos y modelos de pensamiento que se reciben y transmiten a través de la tradición, de la educación y la comunicación social, lo que incide en la generación de las diversas posturas respecto de las diversas temáticas.

Las opiniones de los alumnos, como parte de este sistema, no están ajenas a este mundo de interpretaciones. Es de común recurrencia los momentos en los cuales, los alumnos, emiten juicios de valor, categorizan y evalúan a la labor docente en base a los elementos propios de sus representaciones respecto del “deber ser” que su núcleo ha establecido como parámetros. Cada una de estas categorías y elementos que participan de ella, tienen su correspondencia en el léxico coloquial establecido entre sus pares, lo cual es propio de su etapa de desarrollo.

De suyo es tener en consideración, que la etapa adolescente se caracteriza por la capacidad de establecer pensamiento abstracto lo cual tiene importantes implicaciones emocionales (Piaget 1951) donde sienten la necesidad de emitir juicios amparados en lo que consideran justo e ideal.

Esta etapa adolescente, es también el momento donde caen los ídolos. Ahora se da cuenta que lo perfecto de antes está lleno de errores. Que la palabra también lleva consigo la duda. Que de cada respuesta nace una nueva pregunta. Que, en definitiva, ha llegado el momento de construir sus propias verdades en relación con los cuestionamientos que también le serán propios.

Los maestros día a día sabemos y constatamos esta realidad, la que nos obliga a pensar cómo nos reciben nuestros educandos, cuánto de nosotros es percibido y recibido por ellos, cómo nos piensan y nos evalúan, en definitiva cuál es la verdad escondida en esta relación siempre moldeada y adornada por el papel que cada uno debe representar.

Identificar las “representaciones sociales”, de los alumnos, respecto de la conducta docente al interior del aula; conocer cuáles son los elementos que los estudiantes tienen en consideración al momento de establecer y emitir sus juicios con relación a las prácticas docentes; escuchar sus planteamientos; sus propias visiones respecto del “deber ser” del profesor; darnos cuenta cómo estas influyen en sus aprendizajes y en la aceptación de asignaturas es fundamental en la perspectiva de generar conocimiento a partir de las representaciones de los propios estudiantes.

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